Alucinar con tu rostro en los ojos de otros,
Invocar la resurrección de tu olvido,
Aunque aparecieses muerto
Imaginaria tu calor.
El conjuro
Ha trastocado, la noche
Con alelíes, de dolor.
Mas las flores tras los ataúdes
Adornan, la inexistencia de lo empírico.
Sutil rebanó, la mejilla,
Acariciando,
Se desliza como un pedazo de flan
Sobre el piso.
Un charco de sangre acuna la piel cercenada.
Sus huesos tocan mi hombro, para decirme
Susurros al oído que no pude entender,
Que estrernecido mi ser,
Se encontraba con tu aliento cerca,
La imaginación remplaza a la realidad y pides un deseo,
Quédate esta que mi último aliento desaparezca,
Limpio la navaja y afeito mis muñecas para irme contigo.
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